JOSEP SERRASANTA

De padres catalanes, Serrasanta residió en Cataluña desde su niñez. Allí cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de La Lonja, y completó su formación como discípulo de Francesc Gimeno.

Cultivó el paisaje, el bodegón, la figura y la pintura mural. En este último campo realizó, al temple, al fresco o al óleo, decoraciones en diversas iglesias catalanas, destacando especialmente los murales que realizó en la de Santa María de Castelldefels, así como las tres cúpulas de la catedral de Lérida. Expuso individualmente en Tarrasa y, posteriormente, en las galerías Augusta de Barcelona, en 1950.

Celebró asimismo muestras personales, en varias ocasiones, en Madrid, Bilbao, Valencia, París y diversas ciudades de Estados Unidos y Japón.

En su obra, de concepto tradicional, destaca la enérgica utilización de la espátula y el vibrante cromatismo.

En 1964 obtuvo el Gran Premio Internacional de Cannes, y posteriormente el Gobierno Francés le otorgó la Gran Croix du Commandeur au Mérite National Française.

En este lienzo se aprecia magníficamente el personal lenguaje plástico de Serrasanta, caracterizado por un empaste denso de gran expresividad, que deja el dibujo en un segundo plano para conformar volúmenes y formas a través de la pura mancha de color. El pintor sitúa la escena en interior apenas definido por los cacharros de cocina; el suelo y el fondo vibran, fluyen y se descomponen en grandes campos de color de gran dinamismo, sobre los que destacan las figuras principales, la mujer y su hijo, directamente iluminadas por una luz clara y contrastada.