Escuela francesa, primera mitad del siglo XX.

La marcada composición triangular de esta pintura aporta a la misma movimiento, además de guiar la mirada del espectador por la misma. La variedad de posturas aportan una relación entre los personajes. El joven vestido de dorado mirando hacia los otros dos, la joven se sitúa con una pierna delante, dando un leve movimiento y una cierta sensualidad; el payaso de azul mira directamente al espectador, estableciendo una conexión importante y fuerte.

La pincelada, muy destacada, y la falta de detalles en la obra aportan a la misma una vida que casa muy bien con el tema propuesto. El fondo, parte oscuro y parte azul, evita la monotonía y juega con los colores del primer plano.

El tema del circo y de sus personajes se empleó en las vanguardias pictóricas europeas (“Cirque”  de Georges Pierre Seurat, Museo d’Orsay, París) por la ausencia del mismo de la pintura más “tradicional” y por ser uno de los novedosos espectáculos que atraían multitudes en la época. Está relacionado con los arlequines, colombinas, etc., personajes que aparecen a menudo en obras vanguardistas. Trataron este tema Goya, Picasso, Renoir, Botero, etc.