ESCUELA ITALIANA S. XIX

En este lienzo se representa la figura de un hombre en actitud de profunda introspección, con la cabeza ladeada y apoyada sobre la mano y la mirada perdida, fija en la distancia. El personaje aparece de medio cuerpo y en primerísimo plano, recortado sobre un fondo oscuro y neutro que resalta su corporeidad. El hombre aparece desnudo, sin ropas que lo relacionen con ninguna época, en un claro intento por parte del autor de descontextualizar temporalmente la imagen, de trazar un arquetipo universal. La figura ocupa la mayor parte del espacio, saliéndose incluso de él por la parte izquierda. De este modo el autor resalta su presencia física, buscando un naturalismo casi ilusionista. Formalmente, esta obra se enmarca dentro de la corriente recuperadora de los valores del barroco. Durante el siglo XIX los pintores volvieron la mirada hacia el pasado y redescubrieron lenguajes y estéticas más allá del clasicismo renacentista. Especialmente en España, Italia y los Países Bajos, el barroco fue clave para el desarrollo de los nuevos lenguajes modernos. En el caso de esta pintura se aprecian con claridad las huellas de Caravaggio y Ribera, cabezas del barroco naturalista italiano. De ellos toma el autor la simplificación compositiva y la contenida gama cromática en torno a los colores cálidos, marrones, ocres y terrosos. También la exhaustiva descripción física, absolutamente real y sin visos de idealización, es herencia de los maestros del XVII, quienes buscaron una nueva forma de plasmar el mundo a través de modelos humanos totalmente vulgares.