Alonso CANO (Atrib.) (1601-1667)

Reconocemos a santa Catalina por la túnica blanca y el manto negro de las dominicas. Aunque usualmente lleva en la mano el lirio simbólico de la castidad, aquí sostiene al Niño Jesús con una rosa asumiendo el carácter virginal y protector de las representaciones marianas.

La guirnalda floral realza la apariencia icónica de las figuras. Es un recurso típico del barroco, que denota el atento tratamiento del género del bodegón en el siglo de oro español. Alonso Cano (Granada, 1601-1667) fue uno de los más notables exponentes de la escuela andaluza, allegada a la serenidad formal renacentista, aunque filtrada por la experiencia manierista. Ello se refleja en este cuadro: la contundencia del canon, la idealización de los rasgos y la suavidad cromática conviven con el tenebrismo sevillano.

El estilo barroco se manifiesta en el intenso claroscuro y en la turgencia de las carnaciones de tonos aterciopelados. También se aprecia la afinidad con la escuela boloñesa del siglo XVII.

Cano se formó en Sevilla, junto a Francisco Pacheco. En 1638 se trasladó a Madrid, donde el conde duque de Olivares le nombró pintor de cámara. La proximidad de las colecciones reales, ricas en pintura veneciana y obras coetáneas de Velázquez, marcaron un giro en su pintura, que evolucionó del tenebrismo a un colorismo influenciado por Van Dyck.

En 1929 realizó el Retablo del Altar Mayor de la Iglesia de Santa María de Lebrija en Sevilla. Otras obras destacadas son “El milagro del pozo” (Museo del Prado) y San Francisco de Borja (Museo de Bellas Artes de Sevilla).